
Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo
La construcción de edificios de gran altura, también conocidos como rascacielos, fue posible gracias a dos descubrimientos del siglo XIX: el ascensor y un nuevo sistema de construcción basado en una rejilla de vigas y columnas.
El hormigón es uno de los materiales más empleados en la construcción de rascacielos debido a su versatilidad. Su composición se puede alterar en función de las necesidades de cada edificio. El cristal también es muy importante. Integrado en la parte exterior, es ligero y proporciona abundante luz natural.
A medida que los rascacielos ganaron en altura, se hizo fundamental buscar una forma de evitar que el viento pusiera en peligro su estabilidad. Así que los ingenieros se pusieron manos a la obra e idearon distintas soluciones a este problema, como el fortalecimiento del núcleo del edificio o las instalación de una especie de péndulo para contrarrestar el movimiento.
En el siglo XX, Nueva York fue el escenario de una carrera entre algunas de las compañías más poderosas por construir el edificio más alto del mundo. Finalmente, el ganador fue el Empire State Building, que reinó en las alturas durante 41 años (en 1972 le sucedió el World Trade Center). Más tarde ese honor pasaría a la Torre Sears de Chicago y después a las Torres Petronas de Kuala Lumpur, Malasia.
En la actualidad, el rascacielos más alto del mundo es el Burj Khalifa, situado en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, con una altura de 828 metros. Este impresionante edificio también se caracteriza por la velocidad de sus ascensores, que son los más rápidos del mundo.
El artículo Rascacielos, los reyes de las alturas ha sido originalmente publicado en Cultura 10.